El presidente de Argentina, Mauricio Macri, se reunió en Davos con el CEO de Microsoft (Satya Nadella) e hicieron un acuerdo mediante el cuál Microsoft brinda licencias gratuitas de Windows, Office y su servicio de alojamiento en la nube para el sector educativo. “¡Que buena noticia!”, dirán algunos, ya que las licencias de este software es muy cara y no sería bueno que el Estado tuviera que pagarlas. Incluso se destacó desde la Casa Rosada que:
La compañía tiene un fuerte apoyo al crecimiento de la industria del software en el país. Utiliza herramientas tecnológicas para la educación, en la administración pública (Plan Digital) y para combatir el narcotráfico.
Medidas como esta fueron tomadas anteriormente por otros presidentes, como Cristina Fernandez de Kirchner, quien se reunió con representantes de Microsoft en 2009 y en 2012 (si no se hubieran llevado adelante acuerdos similares a este, el costo de las netbooks del plan Conectar Igualdad, que usa Windows y actualmente Huayra, hubiera sido mucho más alto por las licencias del sistema de las ventanas).
Estado y software libre
Pero no, esas no son buenas noticias. El hecho de que el Estado use software privativo (como Windows) significa que no tiene la posibilidad de ver cómo trabajan esos programas que está empleando y fundamentalmente qué hacen con la información ingresada. Por eso, el costo de las licencias de Windows y el resto de los programas deja de ser cero y pasa a ser el riesgo de que información del Estado caiga en manos de un privado (el desarrollador del software).
El Estado debe almacenar y procesar información sobre los ciudadanos, además de información sobre operaciones propias. Si el mismo no sabe cómo funcionan los programas que está utilizando, tiene riesgo de que se filtren datos o se manipulen por parte de la empresa productora del software, o incluso que queden inaccesibles si, por ejemplo, la empresa decide realizar una actalización obligatoria (paga, por supuesto), con lo cual usar software privativo es un riesgo para la seguridad nacional.
Esto hace, además, que seamos dependientes de nuestro proveedor de software, en dos sentidos: por un lado, dependemos de las actalizaciones, como decíamos más arriba, que nos imponga el proveedor; por el otro, si necesitamos que el programa realice alguna función que no sea nativa del mismo (o sea, alguna función distinta de las que hace), no podemos llevar adelante las modificaciones necesarias, sino que se las debemos solicitar al proveedor, y no siempre este va a responder favorablemente.
Y también somos dependientes a nivel de soberanía digital, ya que todos los avances que podamos realizar dependen de ese sistema y de las herramientas que nos proporcione el proveedor.
El Software Libre es todo software (programa, sistema operativo, aplicación, app) que cumple con las cuatro libertades siguientes:
- La libertad de ejecutar el programa como se desea, con cualquier propósito (libertad 0).
- La libertad de estudiar cómo funciona el programa, y cambiarlo para que haga lo que usted quiera (libertad 1).
- La libertad de redistribuir copias para ayudar a su prójimo (libertad 2).
- La libertad de distribuir copias de sus versiones modificadas a terceros (libertad 3). Esto le permite ofrecer a toda la comunidad la oportunidad de beneficiarse de las modificaciones.
Las libertades 1 y 3 requieren el acceso al código fuente, que son todas las instrucciones y funciones del programa. El software privativo, incluso cuando su costo monetario es nulo, sigue impidiendo esto, o sea que no se puede saber cómo funciona. El software libre nos permitirá no sólo ver cómo funciona, sino también llevar adelante las modificaciones necesarias para que cumpla con todas las funciones necesarias. Además, todos tienen acceso a ese código, por lo que todos los ciudadanos podremos saber el tratamiento que se les da a los datos. Una ventaja añadida que tiene esta posibilidad de ver el código fuente es que, al haber tantas personas revisandolo, es más facil encontrar errores (bugs, en la jerga) y repararlos o reportarlos. Por supuesto, también se pueden realizar todas las modificaciones que sean necesarias para mejorarlo o agregar funciones.
Educación y Software Libre
Por otro lado, en las escuelas es fundamental la enseñanza y uso de Software Libre, y no de un sólo sistema privativo. A un argumento como este, un amigo me dijo: “Pero nadie sabe usar linux loco menos en la primaria en las escuelas.” Y con eso, deja en claro lo que quiero exponer: en la mayoría de las escuelas se enseña a usar Windows (y en la mayoría de los hogares también); el sistema educativo, en el área informática, está diseñando para Microsoft: nos enseñan a usar Windows, no sistemas operativos; aprendemos a emplear Office, no distintas suites de ofimática; lo mismo en cualquier tipo de software.
Por cierto, se está enseñando a usar un software que en la mayoría de los casos, a nivel hogareño, se obtiene ilegalmente, ya que si bien en la actualidad la mayoría de las computadoras vienen con Windows ya instalado (con licencia), no pasa lo mismo con Office; obviamente, son miles las computadoras que no traen el sistema operativo de las ventanitas preinstalados y se termina instalando una copia pirata. Podemos decir incluso que el software privativo enseña a ser egoista, ya que no le puedo prestar un CD a un amigo para que lo instale en su computadora, porque eso sería ilegal.
El software libre permite no sólo que se realicen todas las copias necesarias y que estas se distribuyan, sino también la posibilidad de enseñar a los estudiantes cómo funciona el código: la educación en informática no se puede limitar al uso de herramientas de oficina, tiene que avanzar, los jóvenes tienen la necesidad de saber al menos la base del pensamiento de programación, y que tengan la posibilidad de ampliar esos conocimientos en el futuro.
¿Por qué Microsoft da las licencias “gratis”?
Estas licencias no son totalmente gratuitas: Microsoft busca generar una audiencia cautiva, si los niños son educados sólo para usar Windows u Office, no tendrán la necesidad de usar otro sistema, ni mucho menos se generará en ellos la inquietud de probar otras cosas. Si un niño no conoce otra cosa, seguirá usando Windows sin la necesidad de cambiar nada. El costo de esas licencias son los usuarios.
Además, las herramientas que brinda Windows para educación son armadas por ellos, con su sistema de ideas, para generar el mercado que necesita en el futuro (el programa de formación nuevo se llama Shape the Future -Modelar el futuro-, así, en inglés).
En Argentina tenemos Huayra, un sistema creado especialmente para la educación, que viene instalado en las computadoras del Conectar Igualdad (por desgracia, junto a éste viene instalado Windows). Es un paso, pero falta seguir avanzando. En la provincia de Santa Fe desde 2004, y en Rosario desde 2005 existe legislación para que se emplee software libre en las dependencias del Estado, y hay en tratamiento leyes para ampliarlo.
El conocimiento se puede compartir. El conocimiento no se agota. No es como un producto físico, del cuál hay una cantidad limitada. El software es conocimiento: los productos digitales pueden replicarse, mejorarse, estudiarse, transformarse y compartirse, siempre y cuando sean libres.
Para seguir leyendo:
Sobre dependencia tecnológica, educación, avance tecnológico
Soberanía Digital y Cultura Libre – Entrevista a Esteban Magnani
Las ideas no son manzanas. Otro camino es posible
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